jueves, 3 de septiembre de 2009

No se dejan


"No le digas que te di". Eso le dijo un policía a Gabriel, uno de los jóvenes que fue arrestado la noche del 21 de agosto en la avenida Universidad, antes de pasarle una llamada de su madre. Además de decirle eso lo amenzó. Esa noche el joven se quería ir de la Avenida Universidad pero la policía había establecido un perímetro tras el cual quedó su carro y no lo dejaron pasar. Terminó en el piso, recibiendo macanazos en el pecho y la cabeza y posteriormente detenido. Se le radicaron cargos que luego se cayeron, como la mayoría de los cargos que que se sometieron en contra de las personas que fueron arrestadas esa noche. Algunos aun tienen que comparecer ante el tribunal por cargos menores de obstrucción a la justicia, pero el cargo grave de motín que le radicaron a la mayoría les fue removido. Ahora algunos de los detenidos esa noche se aprestan a radicar demandas ante la Comisión de Derechos Civiles y otros organismos.

A pesar de los macanazos que recibieron Gabriel y su compañera, (a quien un policía golpeó en la voca con la macana, según contó Gabriel y se puede apreciar en uno de los videos de las cámaras de seguridad), hace apenas una semana, allí estaba nuevamente, frente al Vidi's, cerveza en mano y camisa blanca, relatando lo que le sucedió. Detrás del joven otro no tan joven gritaba, "Fortuño, Santini, abusadores". Ese era Paul Nuñez de 57 años y quien también había sido arrestado. Pero allí estaba nuevamente, recorriendo la Avenida Universidad de arriba a abajo con una Scheifer en la mano y gritando "Fortuño, Santini, abusadores". Paul lucía un tanto frenético y desorientado, aun molesto por el suceso de hace una semana. Sudaba y no pudo dar detalles de lo que le sucedió, pero al escuchar la conversación en la que espontáneamente Gabriel contaba su historia, Paul interrumpió gritando, "Santini, Fortuñno, abusadores".

Por la Avenida también estaba Noelia, la fotoperiodista a la que policías lanzaron su cámara al piso. Esa noche perdió su cámara, según relató a Claridad, periódico con el cual colabora. Unos vecinos de un segundo piso y unos amigos le dijeron a Noelia que vieron a una policía llevarse su cámara, la cual le habían tirado debajo de un carro y no le permitiron recuperar. Pero allí estaba Noelia nuevamente, con otra cámara tendida en su cuello, quien sabe si nueva o prestada, lista para seguir ejerciendo su trabajo.

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