"Hablé hace un tiempo con el Instituto de Cultura”, dijo, “porque considero que Mar y Sol tuvo una gran importancia cultural. Pero me dijeron que ellos se dedican más bien a lo autóctono, a lo producido aquí".
Sobre el Festival Mar y Sol, publicado por Por Jorge L. Pérez en La Revista .
Hace 37 años, el rock tuvo su momento cumbre en Puerto Rico con el notorio festival celebrado en Vega Baja. Ahora, Glenn Abbott lo está reviviendo con una espléndida Colección fotográfica
Definitivamente que no fueron “tres días de paz y amor”, como Woodstock. Al festival de Mar y Sol, celebrado en Vega Baja del 1 al 3 de abril de 1972 -esta semana cumple 37 años- se le recuerda por los portentos musicales que desfilaron frente a las pupilas medio narcotizadas de los cerca de 50,000 asistentes que durante esos tres días desafiaron el sol y el calor.
También se le recuerda -por aquellos que pueden recordarlo- por el disco doble de canciones en vivo que poco después Atlantic Records sacó en los Estados Unidos.
Pero, más que nada, se le recuerda por haber sido un desastre, tanto económico como social: en total, pese a que estaba inundado de agentes encubiertos, se produjeron cuatro muertes, una de ellas un asesinato, y se reportó una violación.
Nadie esperaba que fuera un suceso único. Hasta el nombre mismo anticipaba que sólo iba a ser el comienzo de una estrecha relación del rock con Puerto Rico: The First International Puerto Rico Pop Festival, fue como se subtituló el festival.
En términos musicales, contó con la actuación de Rod Stewart & Faces, Billy Joel, Alice Cooper, The Allman Brothers Band, J. Geils Band, Emerson, Lake and Palmer, Osibisa, B.B. King, Dave Brubeck, Cactus, Mahavishnu Orchestra (con John McLaughlin), Herbie Mann, Nitzinger, y numerosas bandas más, incluyendo varias agrupaciones puertorriqueñas.
Nubes de tormenta
Pero las tormentosas nubes negras se asomaron a su horizonte soleado desde muy temprano.
Días antes de la fecha para la que estaba programado su comienzo, el juez José Rivera Barreras emitió un interdicto prohibiendo su celebración, basándose en informes policíacos que argumentaban que se desataría un intenso consumo de drogas en el mismo.
Aunque el juez luego levantó el interdicto, los problemas no bajaron la guardia. Por alguna razón, a las autoridades religiosas del país no les agradó la idea de que en plena Semana Santa se celebrara aquí un festival de rock encabezado por una agrupación llamada Black Sabbath, y esa actitud negativa halló eco en el gobierno y hasta en los potenciales auspiciadores comerciales.
Por la radio, antes y durante el festival, proliferaban las noticias negativas: en algún momento se informó, por ejemplo, que Rod Stewart, el futuro Rolling Stone, Ronnie Wood, y otros chicos de los Faces, graciosamente combatían su aburrimiento lanzando globos llenos de agua -u orina- desde el balcón de su hotel.
A fin de cuentas, el festival, que aspiraba a llegar a los 100,000 asistentes -los boletos costaban $15 por los tres días-, apenas rozó los 50,000. Muchos de los hippies que llegaron de los Estados Unidos luego se pasaron días durmiendo en el aeropuerto, gimiendo por los efectos de la insolación y careciendo de dinero para su pasaje de regreso.
Para colmo, el Black Sabbath de Ozzie Osbourne, anunciado para cerrar y encabezar el festival, se quedó encerradó en su hotel de San Juan, resultándole imposible llegar a Vega Baja debido a que la carretera estaba bloqueada y no había un helicóptero disponible.
Y para requetecolmo, el promotor del espectáculo -Alex Cooley, de Atlanta, que antes había triunfado presentando los festivales internacionales de Texas y Atlanta-, vio frustrada su intención de filmar el evento cuando el grupo cinematográfico que había reclutado le sacó el cuerpo a los numerosos problemas legales que él estaba teniendo.
A la larga, Cooley tuvo que darse a la fuga clandestinamente la noche final del festival cuando las autoridades locales emitieron una orden de arresto en su contra, al parecer porque se le reclamaban más de $40,000 en impuestos.
¿Y las muertes? Tres jóvenes murieron ahogados -uno de ellos norteamericano- y otro, natural de St. Croix, resultó ultimado a machetazos.
Evidentemente, nunca hubo un Second International Puerto Rico Pop Festival y, con el tiempo, en la humareda del recuerdo fue desvaneciéndose aquel festín musical inigualable, pero no inolvidable: el disco doble nunca ha sido reeditado en CD, por ejemplo.
RENACE EN INTERNET
Hace unos años, sin embargo, Reniet Ramírez -un puertorriqueño nacido cinco años después del festival- se obsesionó con todo lo relacionado con Mar y Sol y, desde 2005, administra una página oficial sobre el festival (marysol-festival.com).
En ella uno puede leer la historia del festival, con todas sus peripecias, anécdotas, entrevistas con algunos de los músicos participantes y el propio Cooley. Hasta se puede escuchar el set completo de Billy Joel, quien llegó a la Isla como un músico prácticamente desconocido y gracias a su actuación en Vega Baja consiguió un contrato con Columbia Records.
“A mí siempre me ha gustado mucho la música rock”, dijo Reniet, quien reside en Las Vegas y empieza a abrirse puertas como cineasta independiente: acaba de filmar su primer corto y está en vías de filmar un largometraje.
“Por eso, cuando supe acerca de Mar y Sol -allá para 1994- me fascinó saber más acerca de aquella época en que venían grupos de rock importantes a Puerto Rico, lo que era una rareza”.
Entre sus entrevistados se encuentran el guitarrista John Nitzinger, de la banda Nitzinger, Tim Bogert (el bajista que tocó aquí con Cactus), Larry Russell (bajista de Billy Joel) y David Peel, además del propio Alex Cooley.
“Pero lo que más me ha emocionado son los muchos emails que he recibido de gente que estuvo allí, tanto puertorriqueños como de Estados Unidos o puertorriqueños que después se han mudado a los Estados Unidos”, dijo.
“Agradecen mucho el que uno les reviva algo que pensaban que ya nadie recordaba”.
Entre los que se comunicó entusiasmado con él estuvo Glenn Abbott, quien como fotógrafo cubrió el festival para un reportaje especial publicado en esa época por la revista Bohemia.
“Para entonces”, recordó Abbott, “yo trabajaba como fotógrafo para la revista Avance, pero Bohemia me contrató para que cubriera como fotoperiodista el festival”. “La ventaja que yo tenía sobre los otros medios era que yo trabajaba para un medio semanal, no diario, y pude cubrirlo con más profundidad”.
Aún así, Abbott lamenta todavía el no haber podido captar las actuaciones de Billy Joel, Emerson, Lake and Palmer, Alice Cooper y otros más.
“Si yo hubiera sabido entonces lo que sé ahora, no me hubiese movido de allí”, dijo Abbott. “Pero entonces tenía que moverme a cada rato hacia el aeropuerto, o hacia el Hotel Cerromar, donde estaban quedándose muchos de los artistas”.
En total, Abbott considera que tomó unas 750 fotos: “Muchas son repetitivas o sencillamente malas”, reconoció, “pero hay unas 100 buenas”.
“A través de los años, se las enseñaba a mis amistades o incluso a los amigos de mi hija, y todos me decían que yo tenía que hacer algo con eso”, continuó.
Pero no fue sino hasta que se topó el año pasado con la página de Reniet que verdaderamente se dio cuenta “del tesorito que yo tenía”.
“Casi no tenía fotos en su página”, dijo, “y las que tenía eran de mala calidad: copias de periódicos y cosas así”.
A la larga, Abbott se puso en contacto con el propio promotor Cooley, quien, casi lloroso, le dejó saber que un fuego en sus oficinas había arrasado con toda su documentación fotográfica del festival puertorriqueño.
“Cuando yo le dije lo que tenía, él me suplicó que le hiciera llegar las copias”, dijo Abbott, quien cumplió 20 años el 2 de abril de 1972, durante el festival.
A cambio, explicó, “Cooley me autorizó a usar el logo oficial de Mar y Sol”.
Armado con esta importante adquisición, Abbott -quien poco después abandonó la fotografía y desde hace 30 años preside aquí la empresa de productos plásticos Abbott Corporation- finalmente registró sus fotos ante el Departamento de Estado en septiembre pasado.
Su deseo, ahora, es compartir este pedazo histórico del pasado musical boricua.
“Hablé hace un tiempo con el Instituto de Cultura”, dijo, “porque considero que Mar y Sol tuvo una gran importancia cultural. Pero me dijeron que ellos se dedican más bien a lo autóctono, a lo producido aquí”.
“Claro, si tuvieran una visión más amplia, verían que no tiene que ser así”.
A la larga, estimó, espera terminar organizando una exposición.
“No estoy buscando dinero, porque no se trata de eso”, dijo, “aunque una exposición de 70 a 100 fotos, con sus marcos, cuesta su dinero”.
“En lo que más pienso es en las caras de asombro y la alegría de la gente cuando vea estas fotos y se dé cuenta de que algo tan increíble como Mar y Sol ocurrió aquí”.
Coleccion fotografica
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