lunes, 15 de septiembre de 2008

Reseña del 4to Giratorio de Arte Experimental


Por Joel Cintrón Arbasetti

Los Dientes Hundidos en la Garganta fue el grupo que recibió a las bocas sedientas de buen arte que se dieron cita al 4to Giratorio de Arte Experimental (4toGDEK), celebrado el pasado 30 de agosto en la Universidad del Sagrado Corazón.

Los seguidores capitalinos de la música y el arte se ahorraron el viaje que antes tenían que dar hasta Arecibo para disfrutar de la actividad que por cuarta vez reunió una cantidad considerable de artistas locales.

Pero, los del área de Arecibo, fieles al evento, no escatimaron en gastos y llegaron hasta Santurce para no perderse el arte que se pierden muchos metropolitanos cuando se dan eventos fuera de sus fronteras.
Alrededor de 14 grupos interpretaron sus piezas en una jornada que duró de 1:00 P.M a 1:00 A.M.

Entre ellos uno de los mejores Dj locales, Dj Santos, presentó un inusual set que rompió con la linealidad monótona de los Dj’s tradicionales de la Disco, combinando el noise con la electrónica de baile.

Otros que sobresalieron fueron Sketch, quienes presentaron un onírico performace tan absurdo como la sociedad en que vivimos: los ejecutores de la pieza permanecían tirados en el piso con máscaras de arlequín plásticas, mientras escuchaban por un radio mal sintonizado la historia de la creación divina que luego fue interrumpida por el relato de la construcción de Pinocho.

El turntablelist Godfader, tocando bajo y los torna-mesas, representó la cultura del vinil, presentándose por primera vez en vivo con Valeria Caro, vocalista de Crisálida en la guitarra, y una baterista que yuxtapuso los sonidos de la batería real sobre los beats y loops que salían de una computadora y que el Dj creaba en vivo con un pedal que tomaba muestras de audio directamente del vinil. Godfeder exploró las posibilidades de la nueva tecnología haciendo en tarima lo que antes podía hacerse sólo en el estudio.

Además, la banda Pneuma, con capas de sonidos creadas por las guitarras y la voz fugaz de la vocalista Bernice, aportó la nostalgia del Shoegaze que no podía faltar entre tantos amantes de My Bloody Valentine y Slowdive que habíamos allí.

Otros presentes en tarima fueron Los Nervios. Éstos estrenaron su versión banda de lo que antes era una presentación solitaria de Andrés Fontánez, integrante también de Balún, quien cambió su laptop que antes lo acompañaba, por instrumentos y músicos reales. Uno de los músicos que lo acompañó fue el tecladista Falú, quien le dio un color nuevo a Los Nervios integrando acordes de reggae con sintetizadores que bañaron de dub y un sonido cósmico el indie rock de la banda. Fontánez además representa las canciones con historias ilustradas hechas por él y que luego son proyectadas en tarima.

Las bandas se alternaban entre dos tarimas que se prepararon en la Sala de las Artes. Mientas tocaban, en las paredes blancas de la sala se proyectaban imágenes que manipulaban 4 Vj’s (Video Jockeys) apostados detrás del público frente a las tarimas, con ordenadores portátiles MAC y hasta una Desktop, desde donde controlaban las imágenes – algunas bajadas de YoutTube - en tiempo real y en vivo.

Las personas se sentaban frente a una de las tarimas dando la espalda a quienes controlaban los visuales y viendo como se proyectaban en las paredes imágenes de videos pop distorsionados por efectos especiales del programa de edición de videos.
Tan pronto acababa una banda en una de las tarimas, los asistentes se paraban rápidamente de las sillas y se cambiaban a la tarima contigua donde se preparaba la próxima presentación. En un momento de la tarde había tanta gente que se sentaron en el piso y ocuparon los dos espacios al mismo tiempo.

Mientras corría la música, en la parte posterior de la sala se podía entrar a una exposición que contaba con una pieza de video arte, fotografías y la presentación de la tercera edición de Screaming in Music, del artista Marc Fishcer; una selección de grabaciones donde se utiliza el grito como medio de expresión. La muestra contó también con fotografías colores neón de los artistas que han utilizado los gritos en sus grabaciones, mientras se escuchaban los gritos por un amplificador.

Hasta la fecha no se había presenciado un evento de música experimental local que contara con tal fuerza visual y que pudiera mantener a tanta gente en un mismo lugar por muchas horas. Lo que representa un gran logro, y más en Puerto Rico donde la gente muchas veces prefiere quedarse fuera que dentro de la actividad.
El único inconveniente de la noche, como es casi usual en estos eventos, fue el sonido. En más de una ocasión hubo que emplear música de fondo por prolongado tiempo en lo que el sonidista resolvía problemas con la ecualización.

Arturo en el Barco, proyecto de la compositora Angélica Negrón, y el público, tuvieron que esperar casi 20 minutos en lo que el sonidista lograba estar listo para comenzar. Eso sin contar las tres veces que se cortó por completo la energía dejando el salón a oscuras, una en medio de la presentación de Godfeder y dos veces en la del colectivo Shhh, lo que ocasionó que éstos terminaran su presentación antes de tiempo. Cornucopia y Los Nervios también enfrentaron dificultad con el mal sonido.
Aun así el festival sobrepasó las expectativas de asistencia y cumplió con lo prometido: más de 9 horas de lo mejor de la música local.

Lo importante del Giratorio, además de la comunicación entre los artistas y de ponernos al tanto de las nuevas tendencias del arte, es que muchas personas se expusieron por primera vez a sonidos desconocidos por tanta gente e incomprendido por muchas otras. Esto a pesar de que la experimentación sonora se viene haciendo hace más de 100 años a nivel mundial y desde finales de los ‘60 en Puerto Rico.

Quienes se dedicaron a la experimentación sonora a finales de los ’60 en la Isla fueron Francis Schwartz y Rafael Aponte Ledeé, quienes además lucharon contra la cultura oficial que privaba a los puertorriqueños de disfrutar de la música de su siglo imponiendo los gustos de la burguesía al pueblo, a través de actividades como el Festival Casals donde no se permitía tocar música del Siglo XX hasta que Schwartz y Ledeé presionaron y lograron la inclusión de los compositores contemporáneos.

Por tan importante gestión, y por “sembrar la semilla de la que brotó esta ceiba”, como dijo el mismo Ledeé en la actividad, a ellos se les dedicó el 4to Giratorio de Arte Experimental que al parecer no será el último que se celebre en San Juan.

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